Debut 2013. El desfile Cada noviembre, se celebra el desfile con las colecciones de ropa y
accesorios, creadas por los diseñadores noveles de los Estudios Superiores en
Deseño Téxtil e Moda de Galicia (ESDEMGA). Es una celebración dentro del calendario
académico de la Universidad de Vigo y se trata también de un acontecimiento
lúdico y cultural. Es el momento en el que las investigaciones en formas,
colores y texturas de los estudiantes, se transforman en moda con luz y sonido.
Resulta
inevitable evocar otras escuelas, en otros ámbitos, al ver el desfile ESDEMGA,
llamado Debut, pues todos son debutantes. “La Bauhaus se divierte”, aquella
faceta de la escuela germana más teatral y musical, se hace presente en el
DEBUT, al comparar los experimentos volumétricos de los alumnos del siglo XXI,
con los experimentos de los alumnos de Weimar o Dessau. Los desfiles de la Royal
Academy of fine arts de Amberes, también se hacen presentes, por la
teatralidad, vanguardia y tono underground de ambos. Academia y vanguardia parecerían términos antitéticos ex ante. Pero con
los dos ejemplos referidos en Alemania y Bélgica, se puede entender que es una
posibilidad en el campo del diseño y las bellas artes, integrar la
independencia creativa hipermoderna con las enseñanzas regladas. Es más, en eso
consisten todas las grandes escuelas de moda. Desde el Fashion Institute of
Technology, hasta Esdemga, pasando por el Royal College of Art. La dialéctica
entre el docente y el alumno, permite desarrollar en orden estético formal, la
información instintiva e involuntaria de los que estudian. Todo
creador parte de un imaginario propio que consigue hacer crecer con las
referencias culturales, técnicas y comerciales, de una formación universitaria.
No es época de artistas instintivos, sino de genios educados y conocedores del
contexto socio político y económico. Los
alumnos de ESDEMGA, en su desfile homónimo y en otras citas académicas en las
que participan, desde el Festival de Hyères, hasta el EGO de la Madrid Fashion
Week, dejan subrayada su rutilante personalidad y su sosegada apreciación del
panorama de la moda. Es un triunfo para Galicia la tenencia de un sector textil
tan destacado. Y es un doble triunfo contar en Galicia con una Academia donde
se forma a los futuros hombres y mujeres de un sector integrador de arte e
industria, que es líder mundial.
Román Padín otero
sábado, 23 de noviembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
Retratos de Rey.Velázquez y la familia de Felipe IV.FarodeVigo 17.10.2013
Los
retratos del Rey Una exposición en
el Museo del Prado, en Madrid, revisita los retratos de Corte de dos décadas en
el siglo XVII. Bajo el título “Velázquez y la familia de Felipe IV”, se muestra
la retratítisca cortesana, del último decenio de Diego de Silva Velázquez, los
años 1650 a 1660, y otros diez años de producción de dos de sus seguidores. Los
pintores Juan Carreño de Miranda y Juan Bautista Martínez del Mazo. Se
trata de una selección de cuadros procedentes de los fondos del Prado y de
préstamos de otros museos, entre ellos el de Viena, el Louvre, Wellington de
Londres y museos norteamericanos. El conjunto ofrece al auditorio una pléyade
de nuevos acercamientos a esta página axial del arte universal, y española, que
es el barroco velazqueño como significante y sus significados. En torno al año 1650,
Velázquez está a punto de acabar su segundo viaje a Roma, donde tuvo una
notable actividad retratística entre los miembros da Curia. Mayoritariamente
retratos masculinos, la órbita del Papa, permite un ahondamiento en la psicología
de los personajes y en los colores como semiótica del vestido y el poder. El
celebérrimo retrato de Inocencio X, en la colección Doria Pamphili, es la obra
de referencia de la época. Tras
su vuelta a Madrid en torno a 1651, encuentra nuevas circunstancias socio
políticas que invitan a una nueva temática en los retratos de Corte. Con anterioridad, como
en Roma, era esencialmente pintor de retratos masculinos. La crisis económica, demográfica
y dinástica, de la corona Habsburgo en
España, incide decisivamente en la faz del arte, en los temas a representar por
los pintores de la Corte. La circunstancia de la ausencia de descendiente varón
hasta avanzado el reinado de Felipe IV,
establece una coordenada para la aparición de nuevos personajes en la
retratística de Corte. El matrimonio de Felipe IV, con su sobrina Mariana de
Austria, lleva implícita la realización de retratos de la reina. Además la edad
casamentera de la Infanta María Teresa, y su ulterior compromiso con el rey de Francia Luís XIV, invita así mismo a
retratarla para difundir su imagen. Las novedades de este período son pues,
los retratos de señoras. Y también los retratos de niños y niñas, una temática
poco tratada por Velázquez en etapas previas. Están así mismo, como novedad, las versiones de
cuadros de propia autoría y el cenit artístico en cuadros de grupo, como Las
Meninas y también Las hilanderas, ambos de esta época que trata la muestra. Aún
otra característica de esta etapa, es la presencia de los importantes trajes de las infantas, los niños y la reina, en
los cuadros. Es la apariencia vestida con trajes como símbolo de poder y
representación del comportamiento cortesano. La realización de trajes femeninos
con los guardainfantes, y ricos tejidos, permite emplear la superficie del cuadro
como un campo para la representación del virtuosismo del maestro y la
traslación del lujo al vestuario. También aparecen los tejidos, en las cortinas
y tapicerías, que cada vez adquieren mayor presencia como decorado dramático. A
veces ocupando la mitad de la superficie del cuadro, en un gesto colorista y de
puesta en escena tanto pictográfica como sociológica. Por la maestría, del que
pinta las aguas y pliegues de las telas y por la riqueza de quien se retrata
con ricas filigranas y materiales. La
historia del arte, dedicó muchas páginas a los retratos ecuestres realizados
por Velázquez para el Salón de Reinos del Alcázar. Ahora, esta muestra, escribe
una nueva página centrando la atención en los retratos de efigie de busto y de
cuerpo entero de los “dramatis personae” de la Corte de los Habsburgo.
La infanta Margarita La protagonista del
cuadro Las meninas, es la infanta Margarita. Aunque también está representada la
efigie de los reyes, la del propio Velázquez, en una vocación de hacer patente su éxito en la Corte, y están también los que
llaman, enanos y hombres de placer. Unos pequeñitos, que acompañaban y
entretenían a los monarcas, y servían de parangón para subrayar la mayestática
figura de los soberanos. Las diferencias entre unos y otros, eran de condición
natural. Pero el punto en común, estaba en la riqueza de los materiales para las
vestimentas de los elegidos y los humillados. Todos vestían con gran
importancia. Los retratos de la infanta Margarita, que
acoge la exposición, son tanto una colección de efigies de la que era una
jovencita, como también un archivo de la importancia del traje en la Corte de los
Habsburgo.
Retratada por Velázquez, por el
taller del pintor, por Juan Bautista Martínez del Mazo. En orden cronológico
inverso, la ya emperatriz Margarita, vestida de luto por su padre, en rigor
negro. Vestida en traje rosa, con blondas más vistosas e corpiño más neutro, en
una gama cromática que recuerda su
presencia en Las Meninas. Una novedad en esta exposición es la versión del cuadro
realizada por Juan Bautista Martínez del Mazo. Aparece también la infanta retratada
en un severo traje verde, y en otro más ligero azul. Son otras tantas presencias
vestidas de una infanta que mantiene impertérrita su seriedad de pálida fragilidad en una
carita como de porcelana.
Román Padín Otero
viernes, 25 de octubre de 2013
HACER,DISEÑAR, PENSAR. ECG 25.10.2013
http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/hacer-disenar-pensar/idEdicion-2013-10-25/idNoticia-833835/
{ BASTA CALLAR }
ROMÁN PADÍN OTERO
Hacer, diseñar, pensar
EL MUSEO NACIONAL de Artes Decorativas, en Madrid, acoge estos días una exposición temporal titulada Hacer, diseñar, pensar. En la que se presentan piezas procedentes del entorno creacional de la escuela gallega de moda ESDEMGA y sus postrimerías. En la muestra, comisariada por Lola Dopico, se exhiben salpicadas entre vetustas obras del precioso museo de artes aplicadas, los diseños contemporáneos de una pléyade de creadores del siglo XXI. Ropas y complementos se ponen en diálogo para destacar la importancia del concepto, la alta calidad y la ubicuidad comercial en el diseño hoy. Entre los maestros presentes en la exposición, el dúo formado por Charo Froján y Alfredo Olmedo, conocidos como D-DUE. Con una selección de piezas llenas de poesía, realizadas con cualidad sartorial o sencilla modistería. Otro maestro José Castro, con sus recreaciones del prêt á porter de lujo, está también en la exposición. Y con ellos un conjunto de brillantes jóvenes creadores, que epatan, sorprenden o admiran, con sus primeros versos en forma de vestido. La joven Isabel Mastache, con su peliquerio floreado ocupa el cartel de la muestra. También Sarai Fernández, Xabier Lorenzo, Sara Coleman o Esther Lebrato, entre otros, muestran sus trabajos. Quizá el punto común entre todos ellos, sea el gusto por la deconstrucción de formas. El aprecio por la investigación en texturas. Y la desafección de materiales. En ocasiones son grandes ejercicios de visión y color, que postergan la funcionalidad en favor de la experimentación. Como en el legendario ballet triádico de Oskar Schlemmer en Bauhaus; en las danzas expresionistas de Martha Graham con Isamu Noguchi; o en los bailes postmodernos de Jean Paul Gaultier con Régine Chopinot, vestido y movimiento se hacen una unidad para investigar. También en el laboratorio de formas que muestra esta exposición la función y la forma se enlazan en un novum para abrir perspectivas a las artes y al mercado.
Profesor de moda y crítico de arte
CLUB TO CATWALK. FarodeVigo 24.10.2013
Del club a la
pasarela. Salvaje compañía vs. salvajeconsumismo Los años ochenta fueron en todo el mundo, pero de forma
especial en Londres, un laboratorio de formas e ideas en la moda y en la
música. Una exposición en el Museo Victoria and
Albert de Londres aborda la moda y la cultura de club de aquellos años.
Revisando la estética en la aparencia vestida que surgió en los clubs nocturnos
independentes y alternativos. Y que con el paso del tiempo fue trasladada al sistema de la moda, convirtiendo
lo underground en oficial. Haciendo el tránsito del “club to catwalk”. Los
años ochenta en Londres hicieron de la moda, la noche, la música, los fanzines,
los videoclips, las performances, las exposiciones y el “do it yourself” motivo de la existencia de una generación. En
esos años Londres empezó a formar parte del calendario internacional de
desfiles. Una razón de peso para ello era la creatividad rabiosa que invadía el
ambiente. Muchos jóvenes vivían en Londres para estudiar diseño. Pues la oferta
de escuelas de arte era, y sigue siendo, muy atractiva. La escuela St Martin´s,
Royal College of Art, Hornsey College of art, eran centros para el estudio de las
artes en un equilibro idóneo entre lo académico y la vanguardia. De esos
centros surgieron muchos notables diseñadores. Uno de esos jóvenes con talento
fue John Galliano. Quien al recordar el ambiente de la época, subraya que en la
escuela St Martin´s los jueves y viernes, nadie acudía a las clases, pues todo
el mundo estaba de clubbing. Preparando trajes para fiestas o haciendo fiesta,
trabajando los aspectos más singulares y excéntricos posibles.
Esa
originalidad en el look, tiene antecendente en lo que la escritora Edith
Sitwell, califica de “english eccentrics”, una colección de personajes que encuentran
en todo lo que es infrecuente, motivo último para su existencia. Siendo para ella
misma y para sus hermanos Sacheverell y
Osbert, el aspecto inusual y el desacato a las normas del buen gusto, los hilos
conductores de sus vidas y el de sus creaciones literarias. La
herencia de los Sitwell encontró en la
escena socio política de los años ochenta un buen caldo de cultivo. La juventud
pretendió criticar al sistema e inhibirse de sus normas con comportamientos y
aspectos excéntricos. Y los chicos y chicas se convirtieron en punks, nuevos románticos,
darks, góticos o camps, agitando a la sociedad y poniendo en duda la idoneidad
de los aspectos convencionales para el mundo postmoderno. Entonces el club, aparece
como lugar para exhibir la moda creada por uno mismo. Escenario de vídeos,
desfiles, historias de amor, exposiciones y acciones artísticas varias. Las fiestas en Daisy
Chain, Heaven, Batcave, KitKat Club, Roof Gardens, Taboo, Camden Palace, competían
en libertinaje y apariencias extrañas. Se dedicaban semanas a preparar un traje
para una fiesta. Se dormía sentado para non arruinar un peinado. E de todo ello
daban buena cuenta las publicaciones de la época desde The face, I-D e Blitz,
hasta el British Vogue y la Interview de Andy Warhol. Las
performances y bailes de Leigh Bowery, disfrazado de sujeto trans género,
marcaron un summun en la época. Las ropas de la tienda Boy, los diseños de Body
Map, Katharine Hamnett, Jasper Conran, Katharine Hamnett, Joseph e os
mercadillos de Candem e Portobello, llenaban la imaginación y el cuerpo de los
clubbers. Esa moda libérrima e lúdica fue fagocitada por las pasarelas,
convirtiéndose en predecible y tímida. Aquella salvaje escena clubber se
recuerda ahora en la inerte abstracción museística. Desde vivir en salvaje
compaña hasta comprar con voracidad salvaje.
Leigh Bowery La Bienal de Venecia del año 2005, en
el Arsenale, comisariada por Rosa Martínez, dedicó un espacio innovador e
importante a la exposición de las piezas textiles creadas por Leigh Bowery para
bailar en los clubs londinenses en los años ochenta. Este perfomer fue
exponente de referencia de la época incorporando a sus disfraces la estética de
lo abyecto, lo trans género, lo queer, el feísmo, lo sexual e iconoclasta,
inherente a todas las tribus urbanas de la época. Esa
revisión de los trajes como piezas de arte en un museo, tenía el mismo carácter
que la incorporación de las tribus urbanas de los ochenta al sistema de la
moda. Una transliteración de un código estético marginal y secreto en otro
lenguaje principal y universal. Es decir una difusión vulgarizada de unas
formas para nuevas funciones. Del cantante Adam Ant,
vestido como un corsario pasamos a chaquetas de corsario de Balmain. Del cantante
Boy George con sombreros gigantes y maquillaje de niña, pasamos a los sombreros
de Philip Tracey para Vuitton. De los Sex Pistols en tshirt con dibujos
agresivos pasamos a las Tshirts de Givenchy. Todas esas afinidades electivas,
hicieron de la estética su razón de ser olvidando la ética que existía tras ellas.
Ahora los intelectuales en el museo revisan esos préstamos y construyen teorías
hipermodernas con las que secar las lágrimas del saturado sistema de la moda.
Pasamos del aspecto como cuestión antropológica a la vestimenta como
manifestación del consumismo. Pudiendo afirmar que lo que venden las grandes
cadenas de ropa y grandes almacenes actualmente, por saturación, ya no es moda
es simplemente consumo. Con exposiciones como esta, podremos recapacitar sobre
el ámbito de la creatividad y su relación con la apariencia vestida.
Román Padín
Otero
viernes, 20 de septiembre de 2013
Hombres y Corbatas
HOMBRES Y CORBATAS
EXPOSICIÓN DE RETRATOS.
FOTOGRAFÍAS DE JAVIER CÁNAVES Y DIBUJOS DE ROMÁN PADÍN
CABOT CENTRE DISSENY
PALMA DE MALLORCA
SETIEMBRE 2013
Román Padín Otero
EXPOSICIÓN DE RETRATOS.
FOTOGRAFÍAS DE JAVIER CÁNAVES Y DIBUJOS DE ROMÁN PADÍN
CABOT CENTRE DISSENY
PALMA DE MALLORCA
SETIEMBRE 2013
Hombres
y corbatas Cuenta
la escritora Edith Sitwell en su libro “English Eccentrics”, que entre algunos
aficionados a la moda de la sociedad eduardiana se dedica más tiempo al
acicalamiento que entre el resto de la población. Aquel estilo de lechuguino,
dandi, o petimetre, no es ya el referente de virilidad urbana. El hombre de
referencia en el siglo XXI dedica más tiempo a su intelecto que al nudo de la
corbata, pues lleva la seda alrededor del cuello como algo obvio desde la
adolescencia. El caballero de la hipermodernidad exhibe un cuerpo vigoroso por
actitud. Y lee poesía, ama el ballet, disfruta del teatro, gusta de la música, admira
la pintura, es cosmopolita, opina en prensa, es científico, se entretiene con
el deporte, es docente, entiende el design y usa de la moda como una de las
bellas artes. Una gavilla de retratos fotográficos y su versión en pincel, nos ilustran de lo que es ser hombre en el
siglo XXI.
Román Padín Otero
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