miércoles, 27 de febrero de 2013

Vestido de seducción

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Vestido de seductor                                                                              La carrera por la elegancia masculina está entregada al arduo oficio de eterno seductor.                                                                             La sastrería ajustada actual, atiende a la voluntad universal del hombre de esculpir aún más sus músculos turgentes recién llegados del sport. La ropa de atletas obedece a la comodidad y a la fantasía supersónica de ir vestido como un deportista futuro con superpoderes y supercolores. La vestimenta más generalizada, el sport, busca definir también el cuerpo del hombre fornido, ligero y todoterreno que encarna un alfa man del siglo XXI.                                                                                            En definitiva, no es sólo la Venus, la mujer, quien se entrega con horizontalidad al arduo oficio de seducir como una voluptuosa Dalila. También el hombre busca seducir como un, a veces, hipnotizado Sansón. O como un errático Pistorius.                              Esta actitud de eterno seductor, no la traemos a colación ex novo, sino que existe como arquetipo de conducta masculina inherente a la sociedad occidental desde la época moderna. La literatura está habitada por personajes axiales dedicados a la seducción como una de las bellas artes, en juego dialéctico de Thomas de Quincey.                                                                               El seductor de seductores, “El burlador de Sevilla y convidado de piedra” o sea Don Juan, de Tirso de Molina, ejemplifica el embaucador de corazones típico del siglo XVII, más tarde “updated” en la obra de José de Zorrilla del 1844. Don Juan tiene un aspecto de indecisa varonía. Una belleza especial que se acentúa por su delicadeza cercana a lo femenino. Es apuesto y arrojado, pero petimetre, con un vocación insostenible de enlazar una víctima del corazón con la siguiente.                                                                                                No lejos de esa actitud encontramos al Vizconde de Valmont, el personaje principal de la novela epistolar más bella de la lengua francesa. “Las amistades peligrosas”, de Pierre Choderlos de Laclos, datada en el año 1782.  Valmont, va también ataviado de seductor. Su actividad se centra en la eterna y casi delictual actividad de seducir sin fin. Su aspecto de lechugino de la época, encarna a la perfección el sobrecuidado ocioso, que busca atraer el corazón y la carne de cómplices sexuales o amatorios.                   El siglo XIX encuentra en el Marqués de Montesquiou, inspiración para la novela decadentista, “A contrapelo”, de Boris Karl Huysmans. El personaje traspuesto se hace llamar en la novela Des Esseintes. Es un errático seductor, un dandy esteta que práctica el cinismo ético. Tiene en sus gustos por los tejidos y los objetos una absoluta perversidad moral. Es pesimista y adicto a la belleza extrema, algo que le conduce a la más onanista de las seducciones, la soledad.                                                    Se entiende que el personaje del ciclo de novelas, “Las sonatas”, de Ramón María del Valle-Inclán, el Marqués de Bradomín, es una especie de Don Juan-des Esseintes al estilo español del universo del esperpento. El Marqués es feo, católico y sentimental. Además de ser cínico, descreído y galante. Todas ellas características que parecen encajar a la perfección con la imagen púrpura del Marqués en la Curia romana o la apócrifa del Marqués en la capa española de aires semejantes a la que lucía el propio escritor.                                                                                    El siglo XX, tiene no pocos personajes icónicos en la literatura de la primera mitad, desde Swann de Marcel Proust, al Ulises de James Joyce. Todos ellos erráticos paseantes de una era de cambios, de un tiempo perdido, de un día de 24 horas que parece eterno. Un conspícuo seductor es en la literatura de finales del siglo XX, Patrick Bateman, el personaje de la novela “American Psycho”, publicada en 1991, por Bret Easton Ellis. Mister Bateman, es un financiero de Nueva York de la época del pelotazo, a quien le gusta cultivar su cuerpo, con gimnasia y cremas de Clinique u otras marcas semejantes, lleva trajes de franela con raya diplomática y corbatas de seda pesante. Presta atención a los objetos de diseño, a las tarjetas de presentación y a las marcas. Es asimismo, bajo esa capa de perfecto seductor wasp, un asesino en serie. Es también un caníbal. Un ser ultraviolento y experto realizador del arte de la doble vida.       ¿El lector, caballero del siglo XXI, con cual de los arquetipos de vestido para seducir se encuentra más identificado? O quizá ya uno no se vista para seducir, sino que la moda consiste en desnudarse para seducir y mostrar, mutatis mutandi, los verdaderos sentimientos y creencias de un hombre puro de espíritu, alejado de las marcas, los sastres y las camisas de cuello rígido.                                                                                                         Román Padín Otero           










Paloma, femme au chapeau, Picasso!!!



miércoles, 20 de febrero de 2013

Carlos Sáenz de Tejada

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Dibujando una época                                                                                         El Casal Solleric de Palma de Mallorca presenta una exposición con fondos de la colección del Museo ABC de dibujo e ilustración,  de Madrid. Se trata de una profusa muestra del universo de lápiz, acuarela, papel y témpera de Carlos Sáenz de Tejada. El dibujante, pintor e ilustrador español que gracias a una de aquellas ayudas de la Junta de Ampliación de Estudios, fue enviado a París, donde iniciaría una brillante carrera de toda una vida. Colaborando con numerosas publicaciones como Fémina, Vogue, Harper´s Bazaar y también realizó escenografías y carteles para ópera o danza. Sus colaboraciones con el periódico ABC, comienzan también en la década de los treinta y con ellas alcanza el diario un carácter internacional, que nunca antes se había conocido.                                                                                         En esa época la imagen del mundo y del estilo, se conocía a través de las idealizaciones o sublimaciones que de las escenas cotidianas, de la moda y de los figurines realizaban los ilustradores para los distintos medios. También los fotógrafos creaban en esos años verdaderas escenas de arte para ambientar la moda, siguiendo las corrientes más vanguardistas, desde el surrealismo con Man Ray, hasta el déco de salón de Horst P. Horst.                                                                                                            En cuanto a los dibujantes, ocurría lo mismo, seguían las  corrientes de las grandes escuelas artísticas e incluso creaban ellos mismo una impronta personal y singular.                    Coetáneos son Federico Ribas Montenegro, a quien se le atribuyó la invención de la mujer “ribas”. También en la época encontramos a Rafael de Penagos, quien crea un estilo único. Y en ese trío de ases, Carlos Sáenz de Tejada, crea un universo chic, fiel a los figurines de la época y recreador de las actividades sociales de los buenos ambientes de la época. El sport, el cocktail, el refrigerio, la cena de etiqueta, las carreras y los salones de fumar, son algunos de los escenarios que recrea en sus ilustraciones.                                                                                    Los dibujos seleccionados en esta exposición recogen los años treinta, con mujeres de hombros anchos y caderas rectas y echadas hacia delante. Los hombres esbeltos como deportistas y con el pelo lleno de pomadas y brillos. Las modas de Schiaparelli, Chanel, Hermanas Caillot, Patou, Heim, Worth, conviven en salones dibujados donde no existe nada que no sea elegante y sofisticado. No se aprecia en los dibujos de Carlos Sáenz de Tejada, la lucha encarnizada que existía entre Mademoiselle Chanel y Elsa Schiaparelli, a quien Coco llamaba “la italiana”. Tampoco se ven los triunfos cubistas de los años treinta, o las primeras ascensiones del nacional socialismo en Alemania. Pero si se respira el ambiente del Boeuf Sur le Toit, el restaurante favorito de Josephine Baker en Paris y de los surrealistas. O se escuchan los vidrios llenos de cocktails del Chicote de Madrid. O se aprecia una sinfonía coral de Francis Poulenc o unas canciones de Cole Porter. Es un retrato de una época con lápiz y color. Del mismo modo que Schiap vistió a la época con su rosa chocante (shocking pink), Carlos Sáez de Tejada, dibujó una época con su “lápiz chic”, dibujando una época.
Román Padín Otero   

Paloma!!!Picasso!!! Toujours!!!





lunes, 18 de febrero de 2013

Dos siglos de moda

http://www.elcorreogallego.es/opinion/firmas/ecg/dos-siglos-moda/idEdicion-2013-02-17/idNoticia-791583/
Dos siglos de moda
EN PLENA vorágine de rebajas, aparecen discusiones sobre la  diferencia entre lo necesario y lo superfluo en nuestras compras. También se cuestiona la diferencia entre estilo y moda. Siendo el
primero algo más permanente y significando la moda aquello que es efímero. Estas cuestiones sobre la evanescencia del consumo y la levedad de la moda, no son algo nuevo. Desde que la moda existe, con sus cambios, temporadas y caprichos, se debate su naturaleza y virtud. 

Este invierno llega a París, al museo de Les arts decoratifs, una muestra dedicada a repasar las innovaciones, cambios de silueta
y estilo, provocados por circunstancias socio políticas, ideológicas,
artísticas, de los siglos XVIII y XIX. El vestido femenino en el siglo XVIII está caracterizado por el estilo a la francesa con espalda Watteau, cuerpo de bustier y falda  con volumen por estructuras
laterales. El vestido del caballero gira en torno al terno, o sea tres
piezas de casaca, chaleco y culote o pantalón hasta la rodilla. Era
la moda del antiguo régimen absolutista. Con los aires revolucionarios, se viste a la polonesa, con formas más sencillas. La mujer abandona las estructuras bajo las faldas y el bustier se sustituye por un corpiño sencillo. El hombre recibe influencia anglosajona y prefiere la chaqueta tipo frac, con largos en la espalda hasta la rodilla y corte por la cintura, con chaleco y pantalón hasta los tobillos. El abrigo de montar o riding coat, se transforma en redingote y gusta a mujeres y hombres. Aún entre la simplificación de la época directorio, aparecen voces disonantes ancladas en un estilo del exceso a lo dandy. Los Increíbles y las Maravillosas, extreman sus solapas, abrigos y peinados para sorpresa de todos. Con Napoleón llega la moda imperio de aires grecolatinos sencillos. A la que sigue por influencia de las novelas de Walter Scott, la moda romántica de aires medievales. Luego el traje gris para hombre y la silueta en S para la mujer. Poco antes de la Gran Guerra se abandona el corsé, se generaliza el traje negro y gris para el hombre y aparece la moda de influencias orientalistas por los Ballets Rusos. Todo ello en una exposición que da el espíritu de un tiempo, la vida moderna llena de cambios de moda.
roman padin otero

domingo, 17 de febrero de 2013

Algunos Retratos y paisajes

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Algunos retratos y paisajes
Ahora que estamos en la época en que la cultura subvencionada ya no puede existir, resulta interesante buscar expresiones artísticas y propuestas expositivas en lugares alejados del mainstream de casas del arte. Hoy los estudios de los artistas, los pisos y casas particulares, los jardines, los bares y restaurantes, han de convertirse de nuevo, en lugares de oferta artística. Así lo fueron en la época de las vanguardias, o en los contestatarios años setenta, o en lugares como Berlín y sus Bienales, como en aquella maravillosa “De ratones y hombres”, en el año 2008, cuando las casas particulares se convirtieron en salas de exposición. En una mezcla de merodeador y aficionado, el visitante a la exposición, se metía en casas particulares para conocer la oferta del artista en particular.
En esas líneas de merodeador, o de cazador cazado por el juego, se puede perder el paseante por las calles del casco histórico de Palma de Mallorca  y tomar un snack en el Noodles Bar, cuando se encuentra por azar, unas fotografías en blanco y negro. Informalmente colgadas de la pared, unas pocas fotografías captan la curiosidad del gastrónomo. Son retratos de amigos, chicos y chicas. Hay también retratos de paisajes y de sombras o luz. Cierto que las fotografías tienen textura y se repite la forma de personaje rodeado de campo gráfico en sincopada metopa homogénea. Un chico o una chica se retratan, rodeados de verde, envueltos en accesorios, acompañados por el campo, coronados de  granulosidades que se repiten como una música electrónica hasta perderse en lontananza.
Las fotografías de Cristina Riutort, pueden encontrarse por azar en Noodles Bar, o buscarse por elección en el último número de la revista H.  
Román Padín Otero

miércoles, 13 de febrero de 2013

The artist is present

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The artist is present
Se celebró en Es Baluard, la presentación del film dedicado a la artista Marina Abramovic, que lleva por título “The artist is present”. La película recoge una vida para el arte, el arte de la vida, de la performer de origen yugoeslavo. Centrándose el grueso del documental en la acción performativa que realizó la artista en el MOMA de Nueva York, con motivo de su exposición retrospectiva en esta institución durante la primavera de 2010.  La excelente calidad de la película, da acceso a la audiencia, de forma divulgativa y clara, al profundamente poético y visceralmente inquietante universo de la artista. El visionado de la grabación es en sí mismo una experiencia iniciática tan sólida, que hizo que el aire de la sala de proyección del museo se pudiera cortar con uno de los cuchillos de las performances de la artista, pues nada alteraba la atención, casi hipnótica de los asistentes.                                                                                            Marina Abramovic, es en la actualidad una gran dama del arte contemporáneo. Es inspiración para obras escénicas, como la pieza de Robert Wilson, “The life and death of M.A.”. Participa en escenificaciones teatrales, conferencias y eventos en todo el mundo. Y con el mantenimiento en evolución de su universo estético durante décadas ha trascendido a la historia del arte, creando una forma de dicción creacional única, esencial e individualizada.                                                                                      Lo magnífico del film es que se puede ver en el la progresión cronológica de su trabajo, desde las más viscerales acciones de los años ochenta, pasando por su producción con el artista, compañero y amigo Ulay, hasta su más divulgada etapa como perfomer teatral y museable desde los últimos años ochenta.    Al ver su universo en perspectiva y repasar sus obras históricas interpretadas por jóvenes artistas de acción en la exposición del MOMA, se toma realmente conciencia de la monumentalidad de su trabajo.                                                                                         Además la acción que ella pone a disposición de la audiencia en la muestra neoyorquina, es un epílogo introspectivo y delicado, del equilibrio estético-emocional que ha alcanzado en su vida dedicada al arte. Un estado de gracia que traslada al público en un diálogo mudo que tiene lugar a través de una pieza de conversación silente.                                                                               En la performance, ella observa sin desfallecer por tiempo ilimitado a una persona del público con la que se sienta frente a frente. En el diálogo visual, se genera un mundo individualizado, generoso y ex novo que es lo que constituye la creación en sí. Una hipermoderna pieza de acción performativa, poética, efímera y sin soporte físico para el recuerdo, más que el record pictográfico que de ella se pueda tomar.                                      Marina Abramovic, el film para recordar el arte de hoy.
Román Padín Otero