sábado, 11 de febrero de 2012

Es mayor perfección, ECG 12,2,2012










Es mayor perfección
EL MUSEO MARCO DE VIGO, presenta tres días de acciones performativas, como obertura a su exposición Presenza activa. Acción, objeto e público. Una muestra coral en la que se exploran posibilidades estéticas ignotas, se deambula por el espacio escénico del gesto vivo en el arte y se provoca a la audiencia. En la época de las vanguardias, se utilizaba una expresión afrancesada para calificar una agitación al público que culminara en éxito. El succés de scandale, con Consagraciones de la primavera o Siestas del fauno, fue posible ante un auditorio contestarario e inteligente. Hoy, no ya por la dificultad de innovar, sino por la abulia cultural de las audiencias, es difícil siquiera inquietar al público, que parapetado en sus casas, solo conoce el mundo digitalmente y recibe informaciones poliédricas en actitud papanatas. El arte contemporáneo debe agitar, debe crear dudas y debe posicionar al visitante real o ciber, en el desequilibrio perfecto para sugestionarle a poner en cuestión, máximas éticas y estéticas. Otra cosa es Calderón de la Barca o Wolfang Amadeus Mozart, antes polemistas y que hoy clásicos taimados, no pueden ya agitar a la audiencia. Pueden eso sí, embelesarla o hacerla gozar, pero aún eso resulta hoy harto difícil por las mentes de banalidad cotidiana y jaleo pornográfico de la audiencia.
Esta exposición del MARCO, abre caminos estéticos y deben visitarla para ser menos brutos. Bruto, fue un romano recreado por William Shakespeare, a quien Julio César increpa en puertas de la muerte, "Tu quoque Brute, fili mi". Tú también, es lo que podemos preguntar a alguien que se sorprende como nosotros al ver lo divertido que es una instalación en un museo, como la de Sergio Prego. Quien ha instalado en el MARCO una enorme cabina translúcida e hinchable, que es vientre amniótico o uno de esos castillos hinchables de parque juvenal. Y que hoy funciona como artefacto de arte lo mismo que el urinario de Duchamp. A Marcel Duchamp, le gustaba jugar al ajedrez, lo hacía, como todo en su vida, con cesura, o sea con calma. Así para ver la última parte de esta exposición olívica, se necesita cesura o tiempo. En vez de practicar el onanismo en cámaras web, salgan de sus cubículos y disfruten tres días de acciones performáticas como la de La Ribot. Arte en Marco en plena vorágine de nuevos casos Dreyfus, tomar partido es inteligente, aún en arte.
Román Padín Otero

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