jueves, 28 de febrero de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
Vestido de seducción
http://www.estebanmercer.com/portada/el-galan-fantasma-vestido-de-seduccion/
Vestido de seductor
La carrera
por la elegancia masculina está entregada al arduo oficio de eterno seductor. La
sastrería ajustada actual, atiende a la voluntad universal del hombre de
esculpir aún más sus músculos turgentes recién llegados del sport. La ropa de
atletas obedece a la comodidad y a la fantasía supersónica de ir vestido como
un deportista futuro con superpoderes y supercolores. La vestimenta más
generalizada, el sport, busca definir también el cuerpo del hombre fornido,
ligero y todoterreno que encarna un alfa man del siglo XXI. En
definitiva, no es sólo la Venus, la mujer, quien se entrega con horizontalidad
al arduo oficio de seducir como una voluptuosa Dalila. También el hombre busca seducir
como un, a veces, hipnotizado Sansón. O como un errático Pistorius. Esta actitud de
eterno seductor, no la traemos a colación ex novo, sino que existe como arquetipo
de conducta masculina inherente a la sociedad occidental desde la época moderna.
La literatura está habitada por personajes axiales dedicados a la seducción
como una de las bellas artes, en juego dialéctico de Thomas de Quincey.
El seductor de
seductores, “El burlador de Sevilla y convidado de piedra” o sea Don Juan, de
Tirso de Molina, ejemplifica el embaucador de corazones típico del siglo XVII,
más tarde “updated” en la obra de José de Zorrilla del 1844. Don Juan tiene un
aspecto de indecisa varonía. Una belleza especial que se acentúa por su
delicadeza cercana a lo femenino. Es apuesto y arrojado, pero petimetre, con un
vocación insostenible de enlazar una víctima del corazón con la siguiente. No
lejos de esa actitud encontramos al Vizconde de Valmont, el personaje principal
de la novela epistolar más bella de la lengua francesa. “Las amistades
peligrosas”, de Pierre Choderlos de Laclos, datada en el año 1782. Valmont, va también ataviado de seductor. Su
actividad se centra en la eterna y casi delictual actividad de seducir sin fin.
Su aspecto de lechugino de la época, encarna a la perfección el sobrecuidado ocioso,
que busca atraer el corazón y la carne de cómplices sexuales o amatorios. El siglo XIX encuentra en el
Marqués de Montesquiou, inspiración para la novela decadentista, “A
contrapelo”, de Boris Karl Huysmans. El personaje traspuesto se hace llamar en
la novela Des Esseintes. Es un errático seductor, un dandy esteta que práctica
el cinismo ético. Tiene en sus gustos por los tejidos y los objetos una
absoluta perversidad moral. Es pesimista y adicto a la belleza extrema, algo
que le conduce a la más onanista de las seducciones, la soledad.
Se entiende que el personaje del ciclo de novelas, “Las sonatas”, de
Ramón María del Valle-Inclán, el Marqués de Bradomín, es una especie de Don
Juan-des Esseintes al estilo español del universo del esperpento. El Marqués es
feo, católico y sentimental. Además de ser cínico, descreído y galante. Todas
ellas características que parecen encajar a la perfección con la imagen púrpura
del Marqués en la Curia romana o la apócrifa del Marqués en la capa española de
aires semejantes a la que lucía el propio escritor.
El siglo XX, tiene no pocos personajes icónicos en la literatura de la primera
mitad, desde Swann de Marcel Proust, al Ulises de James Joyce. Todos ellos
erráticos paseantes de una era de cambios, de un tiempo perdido, de un día de
24 horas que parece eterno. Un conspícuo seductor es en la literatura de
finales del siglo XX, Patrick Bateman, el personaje de la novela “American
Psycho”, publicada en 1991, por Bret Easton Ellis. Mister Bateman, es un
financiero de Nueva York de la época del pelotazo, a quien le gusta cultivar su
cuerpo, con gimnasia y cremas de Clinique u otras marcas semejantes, lleva
trajes de franela con raya diplomática y corbatas de seda pesante. Presta
atención a los objetos de diseño, a las tarjetas de presentación y a las
marcas. Es asimismo, bajo esa capa de perfecto seductor wasp, un asesino en
serie. Es también un caníbal. Un ser ultraviolento y experto realizador del
arte de la doble vida. ¿El lector,
caballero del siglo XXI, con cual de los arquetipos de vestido para seducir se
encuentra más identificado? O quizá ya uno no se vista para seducir, sino que
la moda consiste en desnudarse para seducir y mostrar, mutatis mutandi, los
verdaderos sentimientos y creencias de un hombre puro de espíritu, alejado de
las marcas, los sastres y las camisas de cuello rígido. Román
Padín Otero
martes, 26 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
Carlos Sáenz de Tejada
http://www.estebanmercer.com/portada/dibujando-una-epoca/
Dibujando una época El Casal Solleric de Palma de
Mallorca presenta una exposición con fondos de la colección del Museo ABC de
dibujo e ilustración, de Madrid. Se
trata de una profusa muestra del universo de lápiz, acuarela, papel y témpera
de Carlos Sáenz de Tejada. El dibujante, pintor e ilustrador español que
gracias a una de aquellas ayudas de la Junta de Ampliación de Estudios, fue
enviado a París, donde iniciaría una brillante carrera de toda una vida.
Colaborando con numerosas publicaciones como Fémina, Vogue, Harper´s Bazaar y
también realizó escenografías y carteles para ópera o danza. Sus colaboraciones
con el periódico ABC, comienzan también en la década de los treinta y con ellas
alcanza el diario un carácter internacional, que nunca antes se había conocido.
En
esa época la imagen del mundo y del estilo, se conocía a través de las
idealizaciones o sublimaciones que de las escenas cotidianas, de la moda y de
los figurines realizaban los ilustradores para los distintos medios. También
los fotógrafos creaban en esos años verdaderas escenas de arte para ambientar
la moda, siguiendo las corrientes más vanguardistas, desde el surrealismo con
Man Ray, hasta el déco de salón de Horst P. Horst. En
cuanto a los dibujantes, ocurría lo mismo, seguían las corrientes de las grandes escuelas artísticas
e incluso creaban ellos mismo una impronta personal y singular. Coetáneos son Federico Ribas
Montenegro, a quien se le atribuyó la invención de la mujer “ribas”. También en
la época encontramos a Rafael de Penagos, quien crea un estilo único. Y en ese
trío de ases, Carlos Sáenz de Tejada, crea un universo chic, fiel a los
figurines de la época y recreador de las actividades sociales de los buenos
ambientes de la época. El sport, el cocktail, el refrigerio, la cena de
etiqueta, las carreras y los salones de fumar, son algunos de los escenarios
que recrea en sus ilustraciones. Los dibujos seleccionados en esta
exposición recogen los años treinta, con mujeres de hombros anchos y caderas
rectas y echadas hacia delante. Los hombres esbeltos como deportistas y con el
pelo lleno de pomadas y brillos. Las modas de Schiaparelli, Chanel, Hermanas
Caillot, Patou, Heim, Worth, conviven en salones dibujados donde no existe nada
que no sea elegante y sofisticado. No se aprecia en los dibujos de Carlos Sáenz
de Tejada, la lucha encarnizada que existía entre Mademoiselle Chanel y Elsa Schiaparelli,
a quien Coco llamaba “la italiana”. Tampoco se ven los triunfos cubistas de los
años treinta, o las primeras ascensiones del nacional socialismo en Alemania.
Pero si se respira el ambiente del Boeuf Sur le Toit, el restaurante favorito
de Josephine Baker en Paris y de los surrealistas. O se escuchan los vidrios
llenos de cocktails del Chicote de Madrid. O se aprecia una sinfonía coral de
Francis Poulenc o unas canciones de Cole Porter. Es un retrato de una época con
lápiz y color. Del mismo modo que Schiap vistió a la época con su rosa chocante
(shocking pink), Carlos Sáez de Tejada, dibujó una época con su “lápiz chic”,
dibujando una época.
Román Padín
Otero
martes, 19 de febrero de 2013
lunes, 18 de febrero de 2013
Dos siglos de moda
http://www.elcorreogallego.es/opinion/firmas/ecg/dos-siglos-moda/idEdicion-2013-02-17/idNoticia-791583/
primero algo más permanente y significando la moda aquello que es efímero. Estas cuestiones sobre la evanescencia del consumo y la levedad de la moda, no son algo nuevo. Desde que la moda existe, con sus cambios, temporadas y caprichos, se debate su naturaleza y virtud.
Este invierno llega a París, al museo de Les arts decoratifs, una muestra dedicada a repasar las innovaciones, cambios de silueta
y estilo, provocados por circunstancias socio políticas, ideológicas,
artísticas, de los siglos XVIII y XIX. El vestido femenino en el siglo XVIII está caracterizado por el estilo a la francesa con espalda Watteau, cuerpo de bustier y falda con volumen por estructuras
laterales. El vestido del caballero gira en torno al terno, o sea tres
piezas de casaca, chaleco y culote o pantalón hasta la rodilla. Era
la moda del antiguo régimen absolutista. Con los aires revolucionarios, se viste a la polonesa, con formas más sencillas. La mujer abandona las estructuras bajo las faldas y el bustier se sustituye por un corpiño sencillo. El hombre recibe influencia anglosajona y prefiere la chaqueta tipo frac, con largos en la espalda hasta la rodilla y corte por la cintura, con chaleco y pantalón hasta los tobillos. El abrigo de montar o riding coat, se transforma en redingote y gusta a mujeres y hombres. Aún entre la simplificación de la época directorio, aparecen voces disonantes ancladas en un estilo del exceso a lo dandy. Los Increíbles y las Maravillosas, extreman sus solapas, abrigos y peinados para sorpresa de todos. Con Napoleón llega la moda imperio de aires grecolatinos sencillos. A la que sigue por influencia de las novelas de Walter Scott, la moda romántica de aires medievales. Luego el traje gris para hombre y la silueta en S para la mujer. Poco antes de la Gran Guerra se abandona el corsé, se generaliza el traje negro y gris para el hombre y aparece la moda de influencias orientalistas por los Ballets Rusos. Todo ello en una exposición que da el espíritu de un tiempo, la vida moderna llena de cambios de moda.
roman padin otero
Dos siglos de moda
EN PLENA vorágine de rebajas, aparecen discusiones sobre la diferencia entre lo necesario y lo superfluo en nuestras compras. También se cuestiona la diferencia entre estilo y moda. Siendo elprimero algo más permanente y significando la moda aquello que es efímero. Estas cuestiones sobre la evanescencia del consumo y la levedad de la moda, no son algo nuevo. Desde que la moda existe, con sus cambios, temporadas y caprichos, se debate su naturaleza y virtud.
Este invierno llega a París, al museo de Les arts decoratifs, una muestra dedicada a repasar las innovaciones, cambios de silueta
y estilo, provocados por circunstancias socio políticas, ideológicas,
artísticas, de los siglos XVIII y XIX. El vestido femenino en el siglo XVIII está caracterizado por el estilo a la francesa con espalda Watteau, cuerpo de bustier y falda con volumen por estructuras
laterales. El vestido del caballero gira en torno al terno, o sea tres
piezas de casaca, chaleco y culote o pantalón hasta la rodilla. Era
la moda del antiguo régimen absolutista. Con los aires revolucionarios, se viste a la polonesa, con formas más sencillas. La mujer abandona las estructuras bajo las faldas y el bustier se sustituye por un corpiño sencillo. El hombre recibe influencia anglosajona y prefiere la chaqueta tipo frac, con largos en la espalda hasta la rodilla y corte por la cintura, con chaleco y pantalón hasta los tobillos. El abrigo de montar o riding coat, se transforma en redingote y gusta a mujeres y hombres. Aún entre la simplificación de la época directorio, aparecen voces disonantes ancladas en un estilo del exceso a lo dandy. Los Increíbles y las Maravillosas, extreman sus solapas, abrigos y peinados para sorpresa de todos. Con Napoleón llega la moda imperio de aires grecolatinos sencillos. A la que sigue por influencia de las novelas de Walter Scott, la moda romántica de aires medievales. Luego el traje gris para hombre y la silueta en S para la mujer. Poco antes de la Gran Guerra se abandona el corsé, se generaliza el traje negro y gris para el hombre y aparece la moda de influencias orientalistas por los Ballets Rusos. Todo ello en una exposición que da el espíritu de un tiempo, la vida moderna llena de cambios de moda.
roman padin otero
domingo, 17 de febrero de 2013
Algunos Retratos y paisajes
http://www.estebanmercer.com/portada/algunos-retratos-y-paisajes/
Algunos retratos y paisajes
Ahora que
estamos en la época en que la cultura subvencionada ya no puede existir,
resulta interesante buscar expresiones artísticas y propuestas expositivas en
lugares alejados del mainstream de casas del arte. Hoy los estudios de los
artistas, los pisos y casas particulares, los jardines, los bares y
restaurantes, han de convertirse de nuevo, en lugares de oferta artística. Así
lo fueron en la época de las vanguardias, o en los contestatarios años setenta,
o en lugares como Berlín y sus Bienales, como en aquella maravillosa “De
ratones y hombres”, en el año 2008, cuando las casas particulares se
convirtieron en salas de exposición. En una mezcla de merodeador y aficionado,
el visitante a la exposición, se metía en casas particulares para conocer la
oferta del artista en particular.
En esas
líneas de merodeador, o de cazador cazado por el juego, se puede perder el
paseante por las calles del casco histórico de Palma de Mallorca y tomar un snack en el Noodles Bar, cuando se
encuentra por azar, unas fotografías en blanco y negro. Informalmente colgadas
de la pared, unas pocas fotografías captan la curiosidad del gastrónomo. Son
retratos de amigos, chicos y chicas. Hay también retratos de paisajes y de
sombras o luz. Cierto que las fotografías tienen textura y se repite la forma
de personaje rodeado de campo gráfico en sincopada metopa homogénea. Un chico o
una chica se retratan, rodeados de verde, envueltos en accesorios, acompañados
por el campo, coronados de granulosidades que se repiten como una música
electrónica hasta perderse en lontananza.
Las
fotografías de Cristina Riutort, pueden encontrarse por azar en Noodles Bar, o
buscarse por elección en el último número de la revista H.
Román Padín
Otero
miércoles, 13 de febrero de 2013
The artist is present
http://www.estebanmercer.com/portada/preestreno-de-the-artist-is-present-de-marina-abramovic/
The artist is present
Se celebró
en Es Baluard, la presentación del film dedicado a la artista Marina Abramovic,
que lleva por título “The artist is present”. La película recoge una vida para
el arte, el arte de la vida, de la performer de origen yugoeslavo. Centrándose
el grueso del documental en la acción performativa que realizó la artista en el
MOMA de Nueva York, con motivo de su exposición retrospectiva en esta institución
durante la primavera de 2010. La
excelente calidad de la película, da acceso a la audiencia, de forma
divulgativa y clara, al profundamente poético y visceralmente inquietante
universo de la artista. El visionado de la grabación es en sí mismo una experiencia
iniciática tan sólida, que hizo que el aire de la sala de proyección del museo
se pudiera cortar con uno de los cuchillos de las performances de la artista,
pues nada alteraba la atención, casi hipnótica de los asistentes. Marina Abramovic, es en la actualidad una
gran dama del arte contemporáneo. Es inspiración para obras escénicas, como la
pieza de Robert Wilson, “The life and death of M.A.”. Participa en
escenificaciones teatrales, conferencias y eventos en todo el mundo. Y con el
mantenimiento en evolución de su universo estético durante décadas ha
trascendido a la historia del arte, creando una forma de dicción creacional
única, esencial e individualizada. Lo magnífico del film
es que se puede ver en el la progresión cronológica de su trabajo, desde las
más viscerales acciones de los años ochenta, pasando por su producción con el
artista, compañero y amigo Ulay, hasta su más divulgada etapa como perfomer
teatral y museable desde los últimos años ochenta. Al ver su universo en perspectiva y repasar
sus obras históricas interpretadas por jóvenes artistas de acción en la
exposición del MOMA, se toma realmente conciencia de la monumentalidad de su
trabajo. Además
la acción que ella pone a disposición de la audiencia en la muestra neoyorquina,
es un epílogo introspectivo y delicado, del equilibrio estético-emocional que
ha alcanzado en su vida dedicada al arte. Un estado de gracia que traslada al
público en un diálogo mudo que tiene lugar a través de una pieza de
conversación silente. En
la performance, ella observa sin desfallecer por tiempo ilimitado a una persona
del público con la que se sienta frente a frente. En el diálogo visual, se
genera un mundo individualizado, generoso y ex novo que es lo que constituye la
creación en sí. Una hipermoderna pieza de acción performativa, poética, efímera
y sin soporte físico para el recuerdo, más que el record pictográfico que de
ella se pueda tomar. Marina Abramovic, el film
para recordar el arte de hoy.
Román Padín
Otero
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