Punk: chaos to couture Una
exposición en el Metropolitan Museum de Nueva York, titulada, “Punk:chaos to
couture” pone de actualidad la relación entre el movimiento punk y la moda. Unas
afinidades electivas, las de la cultura musical de la calle londinense en los
años setenta, con la escena de la costura internacional desde esa década, que
han generado estéticas contradictorias y sobre todo discursos diversos. El punk, surge
como una contestación accidental a la situación socioeconómica de los años
setenta. Tal y como lo explica Vivenne Westwood, en una entrevista concedida con
motivo de la retrospectiva neoyorquina. Los movimientos sociales y culturales,
no surgen a partir de un decálogo, aparecen espontáneamente y se construyen con
comportamientos diversos. El pelo de punta, las ropas negras, los jeans rotos,
el tartan, las cadenas, los piercings, los imperdibles, el maquillaje blanco,
las hojas de afeitar, los zapatos tipo Dr. Martins, son algunos de los
elementos de la iconografía del vestido punk. Estos surgieron espontáneamente y
se fueron acumulando hasta crear un imaginario colectivo. Cuando este conjunto
de elementos fueron fagocitados por el sistema de la moda, para interpretarlos
como accesorios del consumo burgués, se desnaturalizaron. Lo que inicialmente
eran gestos contestatarios frente a lo establecido, contra el buen gusto,
contra la tradición o contra la música, reinterpretándola como grito violento y
desgarrado. Se acomodan a la vacuidad aparente del sistema de la moda. Lo que
era genuino vistiendo a la calle, se convirtió en manierista vistiendo a los
salones. Los agentes más
notorios en este diálogo del punk con la moda, son los Sex Pistols con Malcolm
McLaren como cabeza pensante y Vivienne Westwood, como creadora de looks. En la
tienda Sex, comercializaban lo que habría de ser el germen de las colecciones,
de la única creadora, Vivienne Westwood, que por ser a contracorriente y por
reinterpretar la historia de su país, Reino Unido, de manera deconstruída, se
puede considerar como punk en la actualidad. La pléyade restante de casas de
costura que toman prestados elementos del punk, como Chanel, Versace, Givenchy,
lo hacen de modo retórico. Quizá Rick Owens y Moschino, sean firmas realmente
ancladas también en la puridad de lo punk, como la negritud o la ironía. ¿Qué se podría
considerar como punk, o dadaísta o “á rebours”, en la vestimenta de la
actualidad siglo XXI? La herencia
más integrada del punk en la sociedad, está en la cultura de los piercings y
los tatuajes, elementos identitarios del movimiento que se han generalizado en
todos los rangos de edad. No resulta pues agiotista llevar el cuerpo taladrado
ni pintado. Pero sí podría resultar un revulsivo, llevar camisetas con leyendas
polémicas, como aquel “never mind de bollocks”,
de los Sex Pistols., o su “God save
the Queen”. Que hoy tendrían un equivalente en “catalanes no os queremos” o “Art62:
corresponde al Rey”. ¡Eso es lo realmente punk, arriesgar!
Román Padín
Otero
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