Confeccionado a medida
Estamos en el inicio de la secesión de desfiles y pasarelas en las capitales de la moda italianas, francesas y americanas. La cita de pasarelas españolas no es trascendente, porque España no es un país de moda, es un país de sector textil. Del mayor emporio del mundo y de producción en fábricas y estudios de diseño, de colecciones con las marcas francesas, afrancesadas, americanas o anglófilas, más divulgadas. Así que las miradas siguen a Florencia, Milán, París, Nueva York, aunque los inversores sigan a A Coruña y Ourense.
Esta semana en Florencia, todos los chicos y señores, compiten en el pugilato de lo que los ingleses llaman bespoke, confeccionado a medida, con patrones severos y tejidos ingeniosos. La entrada a los desfiles de Pitti Uomo, es un crisol de lo más inteligente en el vestir masculino. Los trajes en grises con chaquetas escuetas, se combinan este invierno con pantalones por el tobillo, zapatos Oxford de fantasía y bufandas de mil colores, que crean una silueta de magdaleno con tope de crema en el hombre del siglo XXI. En este acceso a los desfiles, en la calle de los profesionales de la moda, hay más moda que en las pasarelas y presentaciones en sí mismas. Y si hace un lustro, la silueta de los asistentes tomaba prestados los acentos estilísticos de la ropa de Hedi Slimane para Dior. El lustro siguiente se vieron las influencias del todopoderoso Tom Ford en su línea de sastrería de lujo para hombre. En la actualidad es Thom Browne, el director artístico americano, que diseña su propia marca y también los anoraks de Moncler, el que influye en las siluetas de los caballeros. Un aire de alta calidad en los tejidos, con prendas de proporciones de escolar en internado normando, se combina con accesorios de sport retro y colores parchís. Así es el hombre del siglo XXI, un poco Peter Pan y un poco Duque de Westminster. Del héroe creado por James Matthew Barrie, ese deseo de no crecer nunca, con prendas que recuerdan a los años de escolaridad. Y del aristócrata británico, en segunda generación, amante de la modista Chanel, el gusto por los tweeds y las coderas, los bolsillos camperos y los botones forrados de cuero o asta. Una salvedad eso sí, del Westminster de Chanel, a quien la modista calificaba como la persona más elegante que conocía, pues nunca estrenaba nada, incluso ella misma le mandaba los zapatos a remendar. Los chicos y señores vestidos como "Duke West", en el siglo XXI, siempre estrenan. Y quizá no sea elegante llevar siempre algo nuevo, pero esa compra sin freno genera ciclo económico. Los desfiles de los primeros días en Florencia, con Valentino, Hardy Amies y Andrea Pompilio, entre lo sartorial y la novela.
Roman padin otero
foto carlos gago rodríguez
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