Una rosa no es una rosa
La exposición
In-volución, de Philip Wolf en la galería Lluc Fluxá, situada en la calle Can
Ribera de Palma de Mallorca, es formalmente dúctil y decorativista.
Conceptualmente es un homenaje a las secuencias espaciales y a las
metamorfosis. Toda la producción que
se exhibe está apoyada en un hilo narrativo de origen, nudo, desenlace, desde
una perspectiva biológica, pues hay imágenes que van desde un huevo hasta un
réptil adulto. También hay narración desde una perspectiva organicista, pues
esas figuras biológicas se combinan con imágenes de secuencias arquitectónicas
que se autogeneran desde la casa individual hasta un tapiz, prácticamente
abstracto, de una cadena de construcciones en sincopada reproducción. Si los cubistas en literatura insistían, sic
Gertrude Stein, en afirmar el significante de una flor como su significado…”una
rosa es una rosa es una rosa”. Hoy el pintor figurativo, afirma que un huevo es
una ciudad en perspectiva, una mano de rana es un conjunto de calles y un
cocodrilo es una representación armónica de una cierta música de amueblamiento
con orígenes remotos en Satie. “Una rosa no es una rosa” en la obra de Philip
Wolf, “Un huevo es una ciudad es un reptil es una calle”. Para la calificación de la obra como dúctil y
decorativista, se toma la argumentación en la calidad de la ejecución de estas
pinturas acrílicas y en el estilo figurativo. Figuras biomorfas que aparecen
pixelizadas o estilizadas resultan de
ambientación estética. Dentro de ellas los diseños de ciudades como tapices que
recuerdan el grafismo del comic de salón firmado por Pierre Le Tan, o de la
iluminación medieval del Beato de Liébana o aún de los tejidos elegantes de
Piero Fornasetti, hacen agradable y confortable la visión de este conjunto
pictórico.
La inclusión de la obra en la idea de secuencia o proceso o
metamorfosis, se toma de la propia conceptuación lógica de la obra por parte
del artista. Y en la localización de dos extremos discursivos en la producción.
La inspiración en la espiral del ADN del mundo animal, para producir vida
evolutiva sobre la base de formas tan antagónicas como un huevo y un reptil. Y
la inspiración en la espiral del mapa tardo medieval del desorden de las
ciudades que representa. Unas ciudades que como por ósmosis crean una casa
junto a otra, que se generan desde un centro social o religioso en forma de
edificio civil o iglesia, que en los dibujos de Wolf aparece casi desvirtuado. No es retórica
esta visión de la ciudad que obedece a la desgraciada actualidad de los
campamentos de refugiados que adoptan esta forma caótica. O de los poblados de
favelas brasileiras que también tienen este caos como referencia. Los
diseñadores brasileiros, hermanos Campana, toman la exuberancia de la selva de
su país, de sus favelas, de sus colores y sus ritmos, para hacer nuevo diseño
industrial de purismo carioca. Así Philip Wolf, toma el abigarramiento de la
urbe y del animalario para recrear universos de deseable orden estético, él lo
consigue. Una rosa ya no es una rosa…
Román Padín
Otero
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