miércoles, 22 de mayo de 2013

Punk: Chaos to Couture, Galán Fantasma

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Punk: chaos to couture                                                                                            Una exposición en el Metropolitan Museum de Nueva York, titulada, “Punk:chaos to couture” pone de actualidad la relación entre el movimiento punk y la moda.                                                                                                  Unas afinidades electivas, las de la cultura musical de la calle londinense en los años setenta, con la escena de la costura internacional desde esa década, que han generado estéticas contradictorias y sobre todo discursos diversos.                              El punk, surge como una contestación accidental a la situación socioeconómica de los años setenta.                                                                     Tal y como lo explica Vivenne Westwood, en una entrevista concedida con motivo de la retrospectiva neoyorquina. Los movimientos sociales y culturales, no surgen a partir de un decálogo, aparecen espontáneamente y se construyen con comportamientos diversos. El pelo de punta, las ropas negras, los jeans rotos, el tartan, las cadenas, los piercings, los imperdibles, el maquillaje blanco, las hojas de afeitar, los zapatos tipo Dr. Martins, son algunos de los elementos de la iconografía del vestido punk. Estos surgieron espontáneamente y se fueron acumulando hasta crear un imaginario colectivo.                                                           Cuando este conjunto de elementos fueron fagocitados por el sistema de la moda, para interpretarlos como accesorios del consumo burgués, se desnaturalizaron. Lo que inicialmente eran gestos contestatarios frente a lo establecido, contra el buen gusto, contra la tradición o contra la música, reinterpretándola como grito violento y desgarrado. Se acomodan a la vacuidad aparente del sistema de la moda. Lo que era genuino vistiendo a la calle, se convirtió en manierista vistiendo a los salones.                                    Los agentes más notorios en este diálogo del punk con la moda, son los Sex Pistols con Malcolm McLaren como cabeza pensante y Vivienne Westwood, como creadora de looks. En la tienda Sex, comercializaban lo que habría de ser el germen de las colecciones, de la única creadora, Vivienne Westwood, que por ser a contracorriente y por reinterpretar la historia de su país, Reino Unido, de manera deconstruída, se puede considerar como punk en la actualidad. La pléyade restante de casas de costura que toman prestados elementos del punk, como Chanel, Versace, Givenchy, lo hacen de modo retórico. Quizá Rick Owens y Moschino, sean firmas realmente ancladas también en la puridad de lo punk, como la negritud o la ironía.                                                                         ¿Qué se podría considerar como punk, o dadaísta o “á rebours”, en la vestimenta de la actualidad siglo XXI?                                                                     La herencia más integrada del punk en la sociedad, está en la cultura de los piercings y los tatuajes, elementos identitarios del movimiento que se han generalizado en todos los rangos de edad. No resulta pues agiotista llevar el cuerpo taladrado ni pintado. Pero sí podría resultar un revulsivo, llevar camisetas con leyendas polémicas, como aquel “never mind de bollocks”, de los Sex Pistols., o su “God save the Queen”.                                                Que hoy tendrían un equivalente en “catalanes no os queremos” o “Art62: corresponde al Rey”. ¡Eso es lo realmente punk, arriesgar!
Román Padín Otero     

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