miércoles, 19 de junio de 2013

Coleccionar objetos mecánicos






http://www.estebanmercer.com/?p=10905

Coleccionar objetos mecánicos                                                                               Cualquier caballero adolescente tiene una colección de objetos mecánicos. Unos automóviles, motocicletas, aviones, barcos que son el sueño de todo niño.                                                                                                                       Al crecer, esos pequeños objetos de deseo se convierten en ocasiones en realidad. El coche tuneado de los más chuscos, el automóvil de serie alta del burgués acomodado o la colección de automóviles vintage de los más cool, son la representación de ese desiderátum hacia las máquinas infernales.                                          Igual que en generaciones pasadas, todos deseábamos parecernos de mayores a nuestros madelman o geyperman, y en ocasiones lo conseguimos. También el deseo por poseer máquinas raudas y veloces, es una hipótesis que a veces se logra.                                                                                         El cuerpo del muñeco madelman o geyperman, vestido con trajes para cada ocasión, como un buen James Bond en miniatura, es la percha que todo joven deseaba en edad adulta.                                                                                         Esa representación del cuerpo adulto, sin moda de cada temporada y sin embargo con trajes ad hoc para cada actividad viril, arriesgada, competitiva, de fuerza y temple, es el ideal en el que se encuentra la apariencia masculina en el siglo XXI.                                                                                                     Quizá algo que se les escapó a los inventores de los madelman y geyperman eran los tatuajes y los piercings. Una realidad absoluta de la apariencia desnuda del hombre hipermasculino y fornido contemporáneo, que no tuvo antesala en los cuerpos de plástico de esos muñequitos.                                                                                           Si la moda es decoración y cuidado del aspecto, los tatuajes son por incisión propia, la gran manifestación del acicalamiento y enjaezado del cuerpo en la hipermodernidad.                                                                                                 Cuando yo era niño, los marineros eran los que llevaban tatuajes. Como en uno de esos retratos kitsch de los fotógrafos Pierre et Gilles, yo recuerdo un capitán de la marina mercante que navegaba en los mares del sur y llevaba un ancla, una sirena y un barco tatuado en su pectoral. El ancla hoy me recuerda a Jean Paul Gaultier, la sirena a los mascarones de proa de Pablo Neruda y el barco, no era otro que una de esas maravillosas lanchas de madera de coleccionista de la casa Riva.                                                         Este capitán de la marina mercante, adelantado a sus tiempos, no sólo era viril y lleno de bonhomía, además era un tatuado y apreciaba el lujo en su quinta esencia, las lanchas RIVA.                                                                       Las lanchas Riva, son el objeto maquinal de colección por excelencia. En sus modelos Aquarama, Florida, Ariston, son perfectas para disfrutar de la madera en la navegación. Son los primeros barcos, creados para el dolce far niente. Sólo eran para ver y ser vistos.                                                                                             La familia Riva, construye barcos desde 1842 en Sarnico. Pero no sería hasta el año 1950, que comenzasen a crean las famosas y chic lanchas de motor Riva. Con un sonido como un motor en V de 8, mezclado con el burbujear del agua, las lanchas son la montura de cualquier jinete elegante de la era actual. Son además, en opinión de los expertos en inversiones un lugar donde el dinero se revaloriza y nunca se vende una por menos del valor de adquisición. Actualmente, la familia ofrece además un servicio de restauro de antiguas embarcaciones, con lo que son un bien de consumo sin fecha de caducidad y altos niveles de revalorización. Para el caballero del siglo XXI, un cuerpo Alfa de un Geyperman o un Madelman y una lancha rápida Riva, son la inversión perfecta. Déjense de fruslerías de jerseys baratos y luchen por un cuerpo 10 y una lancha Riva. Al cuerpo 10 no se llega sin una inteligencia 10 y con ellos, seducirán a cualquier mujer o a cualquier hombre, o a ambos si es el gusto. Y podrán pasear a sus conquistas en su barca Riva por los mares del sur o del Mediterráneo ¡A ver quién es más hombre!                                                                                                 Román Padín Otero             


No hay comentarios:

Publicar un comentario