viernes, 23 de agosto de 2013

memorias barbudas.NEO2

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Memorias barbudas                                                                                           La moda de los hombres con barba se ha generalizado de modo ostensible en las últimas temporadas.                                                Viendo tanta presencia de chicos y hombres con la cara cubierta de vello, surge la inquietud de conocer el origen de esta tendencia.                                                                                               En la historia del arte, se han ido alternando las modas del afeitado y el barbudo desde el origen de la civilización.                                                                          Los guerreros representados en el friso persa de los arqueros (S.V a.c.), Museo del Louvre de París, llevan las barbas y el pelo largo, rizados con tenacillas y adornados con filamentos preciosos. Esas barbas las llevaban por distinción, fuerza y lujo.                               Los gigantes y dioses griegos  representados en los alto relieves del Altar de Zeus (siglo II a.c.), Museo Pérgamo de Berlín, llevan barba como señal de virilidad, edad y autoridad. Los guerreros y personajes mitológicos  representados sin barba son juvenales. Tan generalizada estuvo la barba en la antigua Grecia, que los romanos del Imperio iban afeitados entre otros motivos de elegancia y pulcritud, también para diferenciarse de los griegos. En el siglo II d.c. , el emperador Adriano se creció barba y abrió la puerta a unas alternantes costumbres de barbudos o lampiños, atendiendo a motivos políticos, religiosos y sociales, que fueron el eje de la historia antigua, media y moderna en cuestión de pelos faciales, hasta la contemporaneidad.  Haciendo pasar la cara afeitada, a la barba Adriana, a la española, la inglesa cuadrada, a en cuchillo, mandarín, completa, de dos días, bigote y barba vigorosa completa.                                                                 La moda admitiendo la coexistencia de barbudos y lampiños de los siglos XIX y XX, se advierte bien en el cuadro del Museo de Orsay, “El círculo de la calle Royal”(1868) de James Tissot, donde hay barbudos, patilludos, bigotudos y lampiños en una escena de sociedad burguesa urbana.                                                                 En el siglo pasado, la barba prominente se identificó con el burgués acomodado en una época inicial del siglo. Y pasó a identificarse con una postura política de izquierdas o progresista a partir de los años sesenta.                                                                                    La recepción que en el siglo XXI, hacemos de los barbudos responde a varios factores. Empezó la barba de dos días tipo Tom of Finland, en lo que se llamaba un estilo desaliñado o cómodo-leñador-macho, para reafirmar una estética viril.    Luego se aumentó de frondosidad, y de masculinidad, tomando el look latino como Tony Ward y David Gandy. Y finalmente se ha hecho extra frondosa, como la del modelo Christian Goran y el super bigote de Jarrod Scott,  admitiendo una nueva belleza hipertrofiada de macho barbudo. Este nuevo canon de barbudo, amplia el rango de edad de los modelos masculinos y permite una exageración del look Slim en pantalones y chaquetas, que se equilibra en virilidad con el pelo frondoso y la barba voluminosa, propios de un personaje hercúleo. Y aún el juego queer del tercer género, entra en el barbudo que lleva ropas unisex y actúa en una nueva virilidad de androginia, como el cantante y modelo Benjamin Dukhan.                                                                                                   Hoy en cuestión de barbudos se hace realidad el Hércules Farnesio viril, maduro y fornido. Y se hace realidad, Andrógino barbudo. Entre medias el Adriano de barba corta completa o bigote y el Antínoo barbilampiño. Todo cabe en la hipermodernidad, pero ya, todo cabía en también en la antigüedad, han pasado siglos pero la barba significa lo mismo, fuerza, sudor y energía.                                                                        Román Padín Otero                                                                                        Profesor de Análisis de Tedencias en la Escola de moda de Galicia (ESDEMGA), redactor de El correo gallego y Faro de Vigo.  













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